Simon, como cada noche desde que Kamina fue encerrado, se encontraba en un silencioso y nervioso camino hacia la celda de este con un poco de comida. Vernen había prohibido expresamente cualquier trato con el, prácticamente trataba de matarlo de hambre. Al llegar a la celda, susurró el nombre de su hermano para saber si estaba despierto. — Simon... no hace falta que vengas en la noche, solo te voy a causar más problemas...— El tono de Kamina denotaba preocupación por el joven, a la vez que tristeza. — Kamina... lo he decidido, voy a dejar el cuerpo de excavadores, no quiero trabaj...— Simon no pudo terminar la frase, pues su hermano se levantó y golpeó los barrotes, haciendo un ruido que hizo temblar la pequeña celda.— Retira lo que has dicho...— El tono había cambiado, su voz emanaba cierto enfado— ¡Idiota!, has trabajado duramente para ello, ¿no llevas ni tres semanas en el cuerpo y ya lo quieres dejar? ¿¡Acaso no era tu pasión!? — Su hermano hablaba cada vez más alto y Sim
El despertar de Kamina no podía ser más bruto, el jefe de la aldea, Vermen, lo despertó con un golpe con su katana envainada. Kamina despertó sorprendido por el golpe y al verlo, le miró amenazante. —¿Qué te pasa, maldito viejo? — Así que quisiste dártelas de aventurero y llevaste al pequeño Simon, y tus dos amigos a una trampa mortal, ¿Eeeeh? — Fue un accidente. No se como te has enterado, viejo. Pero el mal trago basta. —Qué como me he enterado? — Vermen rió con crueldad,— Quizá tu "gran brigada Gurren" no te sea tan fiel como creías.— Kamina suspiró frustrado, estaba seguro de que Kibo no le defraudaría de esa manera, por lo que le quedaba...